Me encanta la cara que ponen las personas cuando les digo lo que estudio. De verdad. Su reacción siempre es graciosa, y va seguida de
"y la barbaridad que tienes que estudiar" "qué coco debes tener" "qué fuerza de voluntad para estudiar tanto"
A esto sólo puedo contestar que me faltan dos exámenes para terminar el primer cuatrimestre, y no he suspendido ninguno (aunque, sí, dadme más cuatrimestres y hablamos). Es más, menos uno, no bajo del notable con algún ocho, nueve e incluso diez. Con una seguridad del 95%
(perdonadme, he tenido dos semanas de bioestadística all day all night) y aunque esté en primero y claramente sea todo más fácil, me atrevo a decir que aprobar y titularse
no es extremadamente difícil.
Lo que es difícil es
llevar el temario al día, y que te de la sensación de que sabes colocar todas las piezas del puzzle en tu cabeza y si es necesario dibujarlas de memoria. Lo que es difícil es
no dejarse llevar por la idea de estudiar para hacer exámenes (y no para aprender), y por tanto memorizar, y memorizar, y memorizar... y empezar a faltar a clases, prácticas
(si no pasan lista)... Lo difícil es que
no se te olvide lo que aprendes (a mí hay temas que me siguen sorprendiendo aunque sea la quinta vez que me lo leo. Soy como un niño que ve una película una y otra vez y piensa que va a cambiar el final). Lo que es difícil es
elegir: ¿Merece la pena quedarme dos horas más estudiando en vez de durmiendo? ¿Merece la pena no salir hoy para estudiar un poco más? ¿Merece la pena perderme la clase de hoy por repasar el examen de mañana?
Lo que es difícil es darte cuenta de lo solo que estás ante las consecuencias de tus decisiones.
Estoy apuntada a una actividad llamada
Anatomía y Medicina en la Alemania Nazi y hace unos meses tuvimos una sesión que me sigue dando mala espina. Nos ponían casos
(no recuerdo si reales) de personal sanitario que "ejercía" durante ese periodo oscuro de nuestra historia, y teníamos que debatir sobre qué haríamos nosotros en su lugar. Había veces que nos quedábamos en silencio completamente, y no creo que por lo típico de que te da vergüenza/pereza hablar.
Era tan duro y tan difícil ponerse en su lugar que se me ponían los pelos de punta. Creo que es la primera y única vez que me he planteado la grandiosa pregunta:
¿De verdad quiero/puedo ser Médico?
Así que, querida yo a los 17, queridos futuros estudiantes y personas que ponen cara de susto cuando les digo que estoy estudiando Medicina,
la cantidad de temario no es lo que me quita el sueño por las noches.
Dicho esto...
¡Mucho ánimo con los exámenes! ¡FUERZA!
(y que no se os olvide votar el domingo jeje)