Y es lo último que me gustaría repetir.
Después de una semana así, me puse a reflexionar, y me acordé de una frase que leí hace no mucho:
Para mí, ir a todas las clases, prácticas, seminarios, entregar todos los trabajos a tiempo y corregidos varias veces, saber palabra por palabra todo lo que va a entrar en el examen y aún así dormir 6 horas diarias y comer cuando toca me parece, hoy en día, muy muy difícil. (Y no será porque he hecho un intento suicida de ello :D)
Sin duda entro en éxtasis cuando saco un nueve, pero luego llega el viernes y mi cuerpo no me deja levantarme de la cama. ¿Es un precio que merece la pena pagar?
Yo creo que hasta cierto punto, no.
Así que, una vez recuperada la perspectiva, voy a seguir esforzándome al máximo porque esto no es una excusa para trabajar menos, pero esta vez intentaré no olvidar que hay que disfrutar del camino y que también hay que reservar fuerzas para la línea de meta.
¡Es una carrera de fondo y no puedo quedarme si energía cuando vaya por la mitad!
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